Fotografía: Mia Borgelin y Nicolas Botas

Después de haber vivido en la soleada España, Benjamín Calleja y su esposa, Patricia Ramos, se propusieron crear una casa que aprovechara al máximo la limitada luz del norte. Arquitectónicamente integra voladizos, ventanales en toda su altura, piscinas reflectantes y una ubicación que ofrece vistas de aguas abiertas y grandes cielos, todo enclavado en las afueras de Estocolmo.

Benjamín decidió aprovechar el tiempo del confinamiento para sacar partido a sus dos másteres en arquitectura. Como fundador de Livit, una firma global de diseño de locales de hostelería, y tras haber construido seis casas con su mujer, sabía exactamente lo que quería, cuánto tiempo necesitaría y lo que costaría. Pero dónde estaría la gracia si todo fuera tan fácil. Por eso, Benjamín se aseguró de añadir numerosos desafíos, ampliando los límites de lo posible y decidiéndose por la innovación.

«Queríamos crear una casa auténticamente transparente y abierta donde se fundieran en uno el cielo, el mar y la casa».

Benjamín Calleja

Tras encontrar el lugar adecuado, se puso a trabajar en el exterior mientras su mujer diseñaba el interior y el mobiliario, aunque, como Benjamín admite, las líneas entre los dos se difuminaron con el tiempo y ambos participaron de forma activa en interiores y exteriores. A pesar de usar proveedores de todo el mundo y esperar una precisión milimétrica en su instalación in situ, la construcción de los casi 1000 metros cuadrados de la casa se completó de forma asombrosamente rápida en tan solo 10 meses.

Este hogar palaciego aprovecha al máximo sus maravillosas vistas al muelle privado, el helipuerto y las aguas infinitas. Las siluetas claras y definidas del exterior se mantienen en el interior, pero una vez dentro el ambiente es acogedor, cercano y agradable, especialmente en la cocina, «el centro de todo el diseño de la casa».

«Cuando vienen amigos a vernos, siempre empezamos por la cocina. Aunque no estemos cocinando nada, disfrutan siempre de la primera botella de vino y el primer plato de queso y jamón en la isla de la cocina».

Benjamín Calleja

La casa te dirige hacia la cocina, donde te encuentras en un espacio diáfano de nogal y granito. A un lado tienes la vista perfecta del mar y al otro la de la cocina, igualmente impresionante, completa con la serie 400 de Gaggenau. Las vinotecas se sitúan a ambos lados del horno combinado de vapor, del microondas combinado, la cafetera, los cajones calientaplatos y de vacío en antracita Gaggenau, y completan la superficie de inducción total y el extractor de superficie de cristal oculto e integrado en la isla de granito de 3 metros. Las puertas del refrigerador y el congelador de la serie 400 de Gaggenau se integran en los paneles de nogal de tres metros de alto y completan la gama de opciones al servicio de una familia a la que le gusta comer bien y disfrutar cocinando juntos.

¿Sus piezas favoritas? «El sistema de extracción integrado. Me parece increíble, una verdadera sorpresa automática. También las vinotecas integradas, porque superan con creces su función. Estéticamente, son de una gran belleza y el hecho de que puedan integrarse como lo hacen mejora de verdad cualquier diseño de cocina».

«Por eso decidimos instalar dos vinotecas; obviamente, no te vas a beber 86 botellas en una noche, pero visualmente son preciosas».

Benjamín Calleja